El destacado luchador majorero Cándido Matoso charlando con Matilde "la panadera", asomada al postigo de su casa, en la calle José Antonio 69. Matilde Cabrera Betancort poseía una conocida panadería que llevaba sola desde que enviudó muy joven, sacando adelante a sus 8 hijos, uno de ellos el armador de barcos Fefo Rodríguez.
Israel Vargas (gallero palmero afincado durante un tiempo en Lanzarote) y el abogado Emilio Sáenz retratados junto al mar, posiblemente en Arrieta. Ambos amigos eran grandes aficionados a los gallos.
Henedina, Saro y Rosa retratadas en la Playa de la Arena, cerca del Castillo de San José. Era muy habitual que las jóvenes de Arrecife fuesen con sus amigas a estos enclaves costeros para pasar las tardes de los domingos.
Henedina, Saro y Rosa posando en la Playa de la Arena, cerca del Castillo de San José. Era muy habitual que las jóvenes de Arrecife fuesen con sus amigas a estos enclaves costeros para pasar las tardes de los domingos.
Saro y Henedina retratadas en la Playa de la Arena, cerca del Castillo de San José. Era muy habitual que las jóvenes de Arrecife fuesen con sus amigas a estos enclaves costeros para pasar las tardes de los domingos.
Henedina, Rosa y Saro posando cerca del Castillo de San José. Era muy habitual que las jóvenes de Arrecife fuesen de excursión con sus amigas a estos enclaves costeros para pasar las tardes de los domingos. Puede verse cómo la joven Henedina lleva la talega con la merienda.
Saro y su prima Rosa retratadas en la Playa de la Arena, cerca del Castillo de San José. Era muy habitual que las jóvenes de Arrecife fuesen de excursión con sus amigas a estos enclaves costeros para pasar las tardes de los domingos.
Henedina, Rosa y su primo Antonio merendando en la Playa de la Arena, cerca del Castillo de San José. Era muy habitual que los jóvenes de Arrecife fuesen de excursión a estos enclaves costeros para pasar las tardes de los domingos.
Las hermanas Henedina y Rosa Hernández Gutiérrez junto a su primo Antonio Hernández Toledo en la Playa de la Arena, cerca del Castillo de San José. Era muy habitual que los jóvenes de Arrecife fuesen de excursión a estos enclaves costeros para pasar las tardes de los domingos.
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